El por qué

"Yoga es esa conexión profunda con la parte de nuestro ser que no cambia"
Estoy practicando, y de repente, noto que no tengo fuerza suficiente para hacer algunas secuencias de posturas, me dan tirones que me sacan de ellas, me duele, aquí, allí, luego en el otro lado…
Coma lo que coma, me duele.
Así comencé a darme cuenta de que algo no iba bien.
Años después, me diagnosticaron la enfermedad de Behçet, una vasculitis de origen autoinmune.
Entonces me di cuenta del valor que el yoga puede llegar a tener en la vida.
La fisioterapia también me está ayudando, pero en los momentos iniciales, solo me reconfortaba la pausa.
Dejé de trabajar como fisio. Dar masajes me dolía, y ya no era capaz de ayudar a colocar al paciente adecuadamente en la cama o el sillón si iba a domicilio.
Hubo días en los que necesitaba unas dos “siestas” de 20 minutos al día. A veces, al poco de levantarme ya estaba echada porque me levantaba cansada.
Yoga, según mi vivencia, es esa conexión profunda con la parte de nuestro ser que no cambia y no se ve afectada por nada. Ni siquiera por la enfermedad. Puede sonar extraño, pero fue un “clic” interno que me impulsa a compartir y dar valor al yoga en sí mismo. La parte física es el camino hacia vivencias profundas y a conectar con algo más.
Por otro lado, el descubrimiento del método de Fisioyoga, ha sido esencial para abrir la mente y la posibilidad de conectar el yoga con el ejercicio terapéutico. Siento que me fortalece, aunque tenga que adaptar los ritmos a lo que puedo hacer en cada momento.
Quiero compartir el descubrimiento de la posibilidad de moverse de una manera respetuosa con uno mismo, para poder estar con lo que nos ocurra por dentro, y a su vez, descubrir aquello que permanece, que nos permite estar en el momento presente (muy relacionado con el mindfulness y la meditación).